LA CANCIÓN como obra de arte
no pertenece exclusivamente al mundo de la música. Obviamente se requieren
habilidades musicales para hacer una canción pero también se requieren otro
tipo de destrezas. Es por esto que un buen músico no es necesariamente un buen
creador de canciones. En el mundo de LA CANCIÓN la música es un complemento de
la letra y viceversa. Si estos dos elementos no combinan entre sí de nada vale
que sean “buenos” por separado. La poesía, la melodía, el ritmo, la armonía,
los instrumentos acompañantes, el arreglo y el estilo del cantante son “piezas
magnéticas”: cuando esas piezas se “atraen” el resultado es satisfactorio, si
por el contrario se “repelen” el resultado es caótico. Los más destacados
“hacedores de canciones” han sabido conjugar (consciente o inconscientemente)
todas estas cosas, pero además se han caracterizado por el compromiso
socio-cultural que han asumido con respecto a su tiempo y a su entorno. Sirvan
como ejemplo los casos de Alí Primera, Silvio Rodríguez, Luis Mariano Rivera,
Tite Curet Alonso, Rubén Blades, Otilio Galíndez, Pablo Milanés y Juan Luis
Guerra.
Quienes nos dedicamos a la
música tradicional venezolana deberíamos tomar en cuenta los siguientes
planteamientos si es que queremos confeccionar un cancionero que valga la pena:
· Es necesario rescatar la
importancia de las letras.
· Es necesario afinar la
puntería a la hora de experimentar. Nuestra música puede darse la mano con algunas
sonoridades foráneas, urbanas o “modernas”, pero es indispensable que se
destaque “lo venezolano” si queremos hablar de música tradicional. Una cosa es
aderezar la música tradicional venezolana y otra cosa es utilizar la música
tradicional venezolana como aderezo. Las dos opciones son válidas, lo que no
debemos hacer es presentar con el calificativo de "música tradicional
venezolana" obras que pertenecen a otros ámbitos sonoros.
· Es necesario rechazar la idea
de que “las temáticas y las letras globalizadas nos garantizarán la
internacionalización”. Gracias a esta "GRAN IDEA" muchas de nuestras
canciones no despiertan interés en el mundo… ni en Venezuela. Quizás esa
“estrategia” funcione con otros géneros musicales, pero no podemos plantear una
renovación del repertorio musical venezolano sobre la base de la
“invisibilización” de nuestra realidad y la “desvenezolanización” de las nuevas
canciones.
· Es necesario desterrar el
chabacano argumento de que “hay que utilizar un lenguaje chabacano porque eso
es lo que le gusta a la gente”. Chabacanos son los que piensan así.
· Es necesario reivindicar la
CANCIÓN POLÍTICA y dejar de lado el acomodaticio argumento de que “nosotros
somos artistas y no debemos meternos en eso”. Aclaro: cuando hablo de CANCIÓN
POLÍTICA no me estoy refiriendo a los partidos ni a las elecciones ni mucho
menos al simplismo de musicalizar propagandas a favor o en contra de alguien...
¿A que me refiero entonces? Pues, a la CANCIÓN que se muestra sensible frente a
los problemas y las expectativas de la sociedad.
Nota final: las canciones
tienen un “ciclo vital”:
1.
Creación
2.
Montaje
3.
Grabación
4. Difusión masiva
Podríamos decir que el “éxito”
de las tres últimas etapas (montaje, grabación y difusión masiva) depende en
gran medida de los sellos disqueros, de los institutos de cultura (públicos y
privados) y de los medios de comunicación (públicos y privados). Señalar los
errores que unos y otros han cometido no es materia de este artículo. Ahora
bien ¿quién debe asumir la responsabilidad por lo “bueno” y lo “malo” que
ocurra en la etapa de LA CREACIÓN?... Respuesta: fundamentalmente nosotros (los
hacedores de canciones). Es así, no hay excusa que valga.
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